LA VERDAD
Miré sus ojos y conocí el sabor de la verdad. Recordé que la luz del día no es suficiente para examinar el alma de las personas y conocer lo que verdaderamente pueden llegar a ocultar en su interior. No dude de sus palabras. Las mostró sencillas y transparentes como el agua. Y al observarlo como quien mira apasionada una pintura clara, rodeada de luz, descubrí el poder de la verdad eterna. Esa verdad, opuesta al mundo de la falsedad, de las ilusiones, de las apariencias, que se abre al mundo y muestra su ser desnudo de ambigüedades, de mentiras, de engaños... El ser desvelado, concreto, desde su centro emocional. El corazón. Aquí es donde la verdad queda protegida de toda falacia y falsedad. Y convertida en verdad trascendental permite al ser ascender al entendimiento divino de toda verdad existencial. Miré sus ojos y descubrí una realidad oculta, sagrada, que acercó su verdad a la mía. Y fue entonces bajo esa revelación cuando la verdad se convirtió en la verdad poética d...