LA AMAPOLA Y EL LIRIO

La amapola está triste. Tras la marcha de lirio enjuaga sus lágrimas con el tacto suave de sus pétalos. Desde ese día amapola vive aislada en un mundo silencioso y solitario. Poco a poco ha intentado acostumbrarse a su nueva vida en el jardín. A veces añora tiempos pasados pero nunca se queja. Lo que más echa de menos es la presencia y la alegría de lirio. Una noche soñó que regresaba. Al día siguiente, al despertarse, pensó en él y en su aroma. El resto del día ya no quiso volver a pensar pues toda ella se regaba de una gran melancolía. Llegó el invierno. Luego la primavera. Cada día que pasaba amapola empequeñecía en el jardín. No era feliz. En una mano guardaba el recuerdo de lirio, en la otra su inquietud. Y ese balancín desequilibraba el fino hilo de su raíz felicidad. Un día el equilibrio de ese balancín se hizo tan frágil que su tallo se quebró. La indiferencia y el olvido que el resto de flores manifestaban tras la partida de lirio la hundían más en su penar. Sin p...