PEQUEÑAS COSAS

No quiero grandes cosas en mi vida y tampoco pido o deseo, según se mire, mucho. A lo largo de los años de mi vida he conocido a unas cuantas personas que me han enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas; algunas me lo han enseñado por oposición, anhelando grandes cosas, grandes poderes; otras por filosofía de vida: el vuelo de una mariposa, un poema, unas gotas de lluvia, unos ojos... Esas cosas que nos hacen ser tan grandes a los pequeños humanos, y son casi invisibles. Reírte delante del espejo, incluso en esos días en que piensas que todo va a salir mal. Cantar el do-re-mi-fa-sol o te echo de menos en la ducha. Acariciar las manos de los que amas. Cocinar una tarta helada de chocolate e inventar algunos ingredientes, que si un chorrito de whisky por aquí, que si unos polvitos de canela por allá. Reírme contigo o en compañía, reírme con tus mensajes hasta que se me descuelga el labio con tanta sonrisa tontorrona. Levantarme somnolienta y dejar que el aire fres...