EL HOMBRE SOLITARIO (2)
El hombre solitario y Valentina se abrazaron bajo la luz amarillenta de la farola gitana. El instante fue breve o quizás fue extenso; en todo caso, el suficiente para comprobar que no se habían olvidado, que seguían queriéndose. Aquel saludo cariñoso y entrañable produjo en Valentina los efectos de un TAC, y de su organismo rebotaron imágenes inesperadas: la niebla; la playa; la carretera; la madrugada; el perfume; el reloj; el tiempo…Cerca de ellos, junto al banco, había un gitanillo muy joven con una guitarra en la mano preparado para cantar coplas del alma. Estuvieron a punto de decirse muchas cosas pero ambos supieron captar lo que sus silencios decidieron ocultar. Se despidieron con la alegría de haberse reencontrado; con el sabor canela de la felicidad. Cogió el metro, se sentó y fue repasando las estaciones como si cada estación recorriese años pretéritos. Cada estación un año rememorado, y cada recuerdo un año evaporado. Al llegar a Pep Ventura, cesó el proceso evoc...