DE MADRID AL CIELO
Tal vez sueño, y usted lo sueña
también, que estamos charlando animadamente, que nos hemos encontrado un día
cualquiera, en un lugar cualquiera y estamos ahí, los dos, compartiendo
confidencias, riendo, tan infinitamente olvidados del mundo, tomando un café en
una cafetería cualquiera de Madrid. En nuestra conversación habitan señales y
enigmas, secretos jamás confesados y cruzados, misterios, claves, acertijos y
adivinanzas. Y los múltiples rompecabezas que surgen de nuestras mentes nos
imponen nuevos interrogantes y variados desenlaces, ligeras conquistas que
suavizan la aspereza que a veces imponen los silencios imperativos de la realidad
no soñada. Y claro, es verdad, usted y yo no estamos ahí; nos renunciamos en
cada amanecer y nos seguimos en cada anochecer. Y sabe, cómo se vuelve después
de encontrarlo a la normalidad de los quehaceres cotidianos, con la mente
endiabladamente cargada de nuevas intenciones. Si, señor, esto hoy no se ha
acabado. Más sólo ha comenzado, sólo faltan unas breves horas para que los
aires nocturnos me acerquen de nuevo su sombra. Cobijo de ilusiones y de
fantasías celestiales. Y entonces en ese inframundo dejamos que nuestros juegos
se apoderen de nuestros espíritus, y nos colgamos del cuello y nos balanceamos
y nos deslizamos y nos escondemos y nos encontramos y arriesgamos. Y en esos
juegos poseídos se reconocen nuestros afectos, en el entendimiento de los
sentidos y la provocación insinuante de nuestras despiertas intuiciones. En la
conjunción ideada de originales enigmas cifrados que adquieren la novedad del
descubrimiento y la necesidad de hallar tan sólo una pequeña posibilidad
verdadera, de que algún día una pista, un indicio, un rastro, un camino le
empuje a fracturar la arista. Dónde su luminosidad, su desnudez que no su
silencio, se presente valiente y decidida. Se abran los espejos, las ventanas,
las puertas que guardan todos sus minutos y sus silencios. Su palabra degustada
entre mis labios, él ángel que tan sólo proyecta el cascabel sonoro de una
ciudad superpuesta de puentes secretos y palacios acristalados. Impenetrable, usted
me habita. Sólo puedo musitar que me gusta su juego, que me gusta su escondite,
su calle, su ángulo, su esquina, su cielo, su ciudad, Madrid. Y esto me lo
callo ahora que soy mujer adormecida. Un sueño suspendido. De Madrid al cielo.
@paraulesambaroma
Badalona, 7 de marzo de 2017
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