PERSIANAS BAJADAS

Persianas bajadas,




Hoy, salgo a la calle, hay ambiente navideño. Es miércoles, el sol se encumbra por los edificios, el 2015 está a punto de llegar y los vecinos de mi calle me saludan con alegría. Todo parece brillar, sin embargo, tan pronto llego a la calle principal, eje comercial de la ciudad, mi entusiasmo queda congelado. Horror: algunas tiendas de toda la vida cierran para siempre. Así lo anuncia algún que otro cartel entristecido. Tiendas con una larga trayectoria histórica bajaran las persianas tras finalizar por ley los contratos de alquileres de negocios, el próximo uno de enero.

Aquella pequeña tienda de madera e incrustaciones de mármol era el lugar donde poder encontrar todo tipo de juegos tradicionales y objetos variopintos: las damas y el parchis, la vieja ruleta, canicas coloridas, scalextric, madelmans, juegos de magia Borrás, juegos de agua, yoyos, juegos de cartas, niños Jesús, jarras de cristal, porrones de vino, joyeros de madera y de cristal, cuadros, flautas mágicas, ceniceros redondos y cuadrados, monederos de terciopelo, llaveros sin llaves, relojes de cucú y de cuerda, cristalerías antiguas, mágicas botellas de perfume… De pequeña me encantaba entrar y escuchar sonar la campanilla detrás de la puerta, y que la señora de cabellos dorados, con su collar de cuentas, me tratara con cariño y amabilidad. Aquel lugar era muy bonito y entrañable. Recuerdo que me quedaba embobada mirando las estanterías ordenadas con objetos tan diversos, aprovechando todos los espacios, incluido el techo donde colgaban planetas y estrellas iluminadas con su luz luminiscente. Pero si había algo que realmente me fascinaba era la vieja vitrina con plumas, tinteros, joyeros, pulseras brillantes, collares, muñecas de porcelana... También me quedaba alelada cuando envolvía los regalos en aquellos paquetes tan originales cerrados con cintas de colores y una gran mariposa como etiqueta publicitando el nombre de la tienda. Qué maravilla. Han pasado los años y en los días previos a navidad sigo visitando la tienda como un rito de tradición navideña. Me gusta comprar cualquier objeto como regalo para Papa Noel o para el día de Reyes y hablar con la vieja señora, sobre política, sobre consumo, sobre medio ambiente… Me comunica que pronto desaparecerá su tienda y pronto otras más, y que sin apenas darnos cuentas ante nuestros ojos indiferentes podrán desparecer incluso calles carismáticas de nuestra ciudad. Por eso pongo palabras al nuevo año para desear que no desaparezcan mis mundos, mis calles, mis tiendas de toda la vida, mis sueños, mis fantasías. No he sabido nunca el nombre de la señora del collar de cuentas, pero aunque su tienda desaparezca ella por siempre permanecerá intacta en un rincón de mi memoria.



Badalona, 31 de diciembre de 2014

Comentaris