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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: abril, 2017

LA CAVERNA

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Vuelo con alas ligeras que cuelgan de mi espalda; aires angelicales deslizan sus manos invisibles sobre los lunares de mi piel. Vuelo esquivando inclinaciones cargadas de propósitos endiablados, soles calientes redondos, aire modular esperando la presencia nocturna de faros remotos. Segundos robados en nocturnidades de escasos silencios. Momentos de noche cercando sus ojos, sus ojos cercando mi curiosidad, mi curiosidad rozando el misterio. Son en esas horas donde el misterio adquiere para mí un valor poderoso, es consigna literaria de amor i belleza. Y usted en la caverna, y usted envuelto en silencio. Pero usted, hombre azul, me da mucho más que lo que cuentan hadas galácticas o duendes chiflados, me da lo que sueñan los dioses y tientan los demonios. Y mi energía creativa, mi éter sagrado se crece ante su voluntad, y las palabras aventureras avanzan alegres hacia las nubes. Usted se enreda entre los mecanismos más complicados de la mente, de la belleza creativa. Y en ese

TRÉBOL DE CUATRO HOJAS

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Sábado, 8 de abril de 2017 Cielo oscuro con tiznes de brasas, palmeras iluminadas, abundancia de luces, dócil viento suave. Está plantado en la puerta con el abrigo largo, negro, vigilante, atento a su tarea. Las palmeras bellas. Los ojos azules, quién sabe quizás esos ojos sepan ver mil veces más claro en la noche que los castaños; quién sabe quizás los castaños vean con más claridad el día. Y hoy quiero escribir sobre él, porque escribir de él es otra manera de sentirlo a usted. Ubicado en la puerta de entrada. Nos miramos. Mirada ante mirada. Una mirada humana, imperturbable. Este “imperturbable” es un poco complejo. Lo pienso ahora que escribo porque su rostro es sumamente serio, impenetrable, como si pensase que cualquier minúsculo gesto pudiera delatar sus secretos. Y lo veo ahí (lo ve esa otra mujer, la que él no ve) inmóvil, callado bajo el cielo negro, palmeras iluminadas, abundancia de luces acicalando la nocturnidad, dócil viento suave bailando al compás de la creativ

MAR

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Me siento y sé que estoy lejos de usted. Miro el mar y a pesar de no verlo, mis palabras vuelven de nuevo a sentir su aroma marinero, y lo aspiran. Me siento playa, me torno ola. Usted, que me da lo que no cuentan minutos ni cuentos, me cala toda entera. Desde donde quiera que llegue su aroma sepa que se expande entre mis dedos. Me alcanza, me perfuma. Cierro los ojos y lo huelo; su líquido me inunda, me riega la piel, me humedece. Su fragancia invade mi corporeidad agitando mi espiritualidad. Estoy tan llena de su esencia que su aroma se ha filtrado por mi piel encharcando mis pulmones. Todo aroma, todo éxtasis. Anhelo desvelar mis sentidos y degustar su salinidad. Usted agitado entre los mecanismos complicados del olfato me achispa. Sólo a usted diviso tras el faro. Lo percibo tras los haces de luz, quieto, parado y silencioso. Usted y el mar. Quizás algún día decida acercarse a la orilla, y oler estas palabras que saben a-mar. @ paraulesambaroma Badalona, 12 de abril de

ADIÓS CARME

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Esta mañana de abril el aire fresco se ha tiznado, pesado y oscuro, empañando el espejo transitorio de la realidad. Vemos pasar la infancia como un camino largo y duradero, y creemos, ingenuamente, que no se acabará jamás, hasta que un día, de pronto, nos encontramos de frente con la madurez, y descubrimos, a nuestro pesar, que la vida dura un segundo y, que tras ella, tras el final, nos esperan los heraldos negros de la muerte. La calle, los coches, los trabajos, las opiniones, la política, los diarios, las prisas y tantas otras cosas van llenando el vaso transparente de la existencia y, sin darnos cuenta nos olvidamos del paso sigiloso de la muerte por la vida; lo imprevisible, lo inesperado sigue adherido a la piel de nuestra descuidada fragilidad. Nos cubrimos de vendajes, de problemas, de indiferencias,  de absurdas preocupaciones que van envejeciendo la fiesta de la vida, descuidando la belleza del lirismo, del sentimiento, de la estética, del bien, de la honestidad, de la f

LA MARIONETA

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De un tiempo a esta parte la mente con sus complicadas artimañas me domina, y soy ahora una marioneta vacía en sus manos, tejida de virutas marrones. Pendida de hilos que mueven pies y manos tras el telón. Así quedé, trastocada, desde que mi mente le cedió mis articulaciones y mis cuerdas. Y es usted, el innombrable, el que desde las sombras acaricia los hilos de mi voluntad. Así permanezco, elevada del suelo, a veces contoneada por el viento, otras por el aire de su roce al pasar. Tal es mi vivir, tal es mi balanceo. Suspendidas entre hilos invisibles que no puedo alcanzar. Soy tela, cartón o madera. Muñeca quieta y callada. Tras las bambalinas me hablo a mi misma: muñeca de guiñol, risueña titiritera, guíñale un ojo, hazle una señal, estira la cuerda de su pulgar.   @ paraulesambaroma Badalona, 5 de abril de 2017   

LA FOTOGRAFIA

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Bajo por la calle Lledó y continuo recto. Me encuentro sin esperarlo en la plaza de San Justo y Pastor, al lado derecho hay una iglesia de la época medieval y un grupo de turistas haciendo fotografías. Comienza a atardecer y la luz adquiere un tono extraño, una oscuridad fantasmal que intenta hablar, que quiere abrazar los vacíos que pugnan por callar. Y aparecen fantasías complementarias iluminando el cuarenta y siete de un viejo edificio desocupado, la conversación de una desconocida que al pasar por mi lado menciona a Sireno y Julio Verne, las esculturas que alumbraron su nacimiento, y son esos indicios los que van agrandando los cascabeles sonoros de mi alma. Entre los turistas, uno de ellos, alto y moreno, se gira y me pide que les haga una fotografía de grupo. Y en un instante fugaz, en la proyección de mi ojo en el objetivo, en ese agotamiento persistente de mi mente, lo diviso, entre los rayos de luz que capta la cámara, escondido entre ellos. El foco proyecta su boca, sus l

RUPERT: EL DUENDE AZUL

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Cristal se levantó a las siete, fue al cuarto de baño, cerró  la puerta y se duchó. En la temprana intimidad del cuarto de baño, Cristal abrió el bote mágico de aceite de violetas y vertió siete gotas en la hoja de papel, cogió el secador y secó las gotas violáceas. Después, volvió a colocar el frasco al final del armario. La hoja estaba lista para volar. A las diez de la mañana, Cristal estaba sentada en la mesa del despacho, archivando expedientes y realizando otros quehaceres. En ese momento abrió la puerta Lola, y dejó un sobre encima de la mesa. Cuando miró vio que no iba dirigido a nadie, lo giró y leyó: el duende azul, el remitente. Sintió una voz en su cabeza incitándola a abrir el sobre. No estaba segura sí sería correcto abrirlo, y mientras valoraba la posibilidad rasgó el sobre. De su interior extrajo una hoja que desprendía un extraño aroma. La letra era redondeada y leyó: “Érase una vez un lugar llamado cuentilandia, allí donde el cielo se une con la tierra, al