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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: gener, 2019

O SOLE MIO

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Caminem i mirem cap el sol. El temps és un element important per a què les persones sortim a passejar pels carrers de la ciutat. Als ciutadans i ciutadanes de Badalona ens agrada que a la ciutat llueixi el sol, potser per alguns això soni a metàfora llunyana, però si ens fixem veurem que el sol de Badalona el tenim molt a prop; només cal fixar la retina: apropar-se a la platja i olorar l’aroma del mar; mirar l’infinit que es delinea al final del pont del petroli; el so de la música que s’expandeix des del conservatori; els teatres, la cultura i l’any Pompeu Fabra; la imatge de la Venus velada darrera el mirall del Museu; els parcs amb la seva responsabilitat de dotar de bellesa a la ciutat; els racons històrics a Dalt la Vila; els vint-i-vuits barris que configuren la bellesa del seu cos. I són aquestes algunes de les sensacions on els/les ciutadans podem valorar com batega el cor mediterrani de la ciutat. Escodrinyar el rostre de Badalona, aquesta ciutat que a vegades sembla blava

VALENTINA Y EL SEÑOR RAMÓN ALEGRE

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Esta noche tenemos un invitado a cenar. Ayer, papá llegó muy contento y le dijo a mamá que se había encontrado con su viejo amigo Ramón Alegre, a quien no había visto hace muchos años. -Ramón- explicó papá-es un gran amigo del colegio.   ¡Tenemos tantos recuerdos en común! Le dijo a mamá que lo había invitado a cenar mañana. El amigo de papá debía de llegar sobre las nueve. Mamá me había peinado bien, me hizo una cola de caballo y me puso el vestido de los domingos. Papá me había dado muchos consejos, me había dicho que debía portarme bien, y que debía escuchar mientras los mayores hablaban. También me dijo papá que escuchará a su amigo Ramón, según papá, debía ser un tipo fantástico, que había triunfado en la vida y que eso ya se veía venir desde el cole, y justo entonces llamaron a la puerta. Papá fue abrir y entró un señor muy delgado. -¡Ramón! –gritó papá. -¡Viejo amigo!-gritó el señor. Y se pusieron a darse palmetazos en la espalda, pero parecía que ambos estaban

PLUMAS

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Una pluma en el suelo. Repartidores de diarios a la salida del metro. Los gatos callejeando permitiendo que sus maullidos pirueteen los tejados de la ciudad. Los niños haciendo giros con el monopatín. Los enamorados y los pingüinos afectivos. Sola, imaginativa mirando las nubes. Las formas que fantasea mi mente, todos las partes del cielo forman un nombre. Los barrenderos aplicándose en su actividad matinal; las aceras relucientes. En la acera de enfrente los ancianos bostezando la mañana. En el parque flores de mil colores y aromas traqueteadas por el viento, exhalan palabras inaudibles. Es el frío que las achica. Alboroto de rosas rojas, balbuceo de amapolas. A través de la densa arquitectura urbana, de las calles, de los edificios, se eleva el monumento transformado, la magia del poeta. En sentido contrario, dirección mar, la estación. Gente activa y madrugadora. Badalonenses intemporales. Ciudadanos, turistas, inmigrantes. Caminan, corren, hablan. Conversan de política y de tem

VALENTINA Y LA PEÑA DEL PARARRAYOS

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Montaremos una peña… La idea fue de David. Nos dijo en el recreo que acababa de ver una película donde unos niños formaban una peña y después hacían cosas divertidas, salir de excursión, ir a nada, investigar casos secretos, desvelar interrogantes, y descubrir a los malos y dice que en la película se lo pasaban bomba. -           La peña se llamará la Peña del pararrayos. Nos reuniremos después de clase en mi patio, en el cuarto que utiliza mi padre como taller, que es muy grande – nos dijo David. La contraseña de nuestra peña será “¡Toruk!”. Cuando llegué al taller, David, Juan Carlos, Sandro, Leo, Ángel, Anita y Sofía ya estaban allí. La profesora doña Alejandra me ha hecho quedar un rato más porque me ha estado explicando unos problemas de matemáticas que no entiendo; tendré que decirle a papa que me ayude porque me ha mandado más problemas para que los resuelva en casa. -¿La contraseña?- me preguntó Ángel, mientras acababa de meterse en la boca una jícara de choc

VALENTINA Y LA NIEVE

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VALENTINA Y LA NIEVE: Mamá me dijo que el sábado iríamos a comprar cosas para la vuelta al cole. -¿Qué cosas?- me preguntó el abuelo. -Muchas cosas-le respondió mamá-. Entre algunas, una mochila nueva con ruedas, un estuche de colores, una camisa blanca y una falda azul marino. -¿Otra camisa?-preguntó el abuelo-. ¿Pero se puede saber qué hace tu hija con las camisas? - Las ensucia -dijo mamá. Las mancha con tinta de pluma. El sábado fui de compras con mamá y nos discutimos un poco por lo de las camisas, porque yo quería una muy divertida con manchas de vaca, pero mamá me dijo que esas no estaban permitidas como uniforme en el colegio, pero me puse tan cabezona que mamá me dijo que me compraría una para las vacaciones, para cuando fuéramos a la playa. El vendedor de la tienda era muy guapo, tenía los ojos chiquitos; me hizo probarme unas cuantas camisas y le explicó a mamá todas las clases de tejidos, pero mamá no acababa de decidirse, hasta que por fin decidió que n