CON LA BOCA CALLADA
Tuerzo la esquina, con la boca
tapada. Apresuro el paso, la distancia correcta en relación a otro ser humano.
Se hace tarde y el sol ya se ha despedido. Acabo de encontrarme con una vieja
amiga. Me ha pedido consejo sobre un corto que está escribiendo. Cómo se pueden
besar sus protagonistas, con mascarillas o sin mascarilla. Le ha puesto al
corto un título actual: Con la boca callada. Trata de una sociedad que está
siendo aplastada por una pandemia; el aislamiento convertido en un proyectil
imperioso hacia la individualidad más absoluta. Sus protagonistas dicen que se
aman, pero sus acciones proyectan lo contrario; un distanciamiento cada vez
mayor entre lo que se habla y lo que se hace. Le dije que no entendía por qué
lo titulaba: con la boca callada. Me respondió que el corto pretende visualizar
en una pareja los sinsentidos de la sociedad actual; las relaciones vacías y
ambiguas en tiempos de pandemia. En este mundo cambiante, el sujeto y el objeto
han dejado de relacionarse, de reconocerse, de amarse. Me volvió a insistir si
sus personajes debían quitarse la mascarilla o dejársela puesta. Le prometí reflexionar sobre el tema, me sentí
incapaz de darle una respuesta. Las dos dudábamos. Nos separamos hace unos
minutos. Me doy cuenta que mientras hablábamos no nos hemos quitado la
mascarilla. He torcido la esquina. Camino por la acera, una joven con patinete eléctrico
se queda parada justo delante mío. Nos miramos o nos retamos, quién de las dos
debe dejar el paso a la otra, un nuevo interrogante. Hay mucho sobre lo que reflexionar
aun manteniendo la boca tapada.
#paraulesambaroma
Badalona, 5 de noviembre de 2020
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