LAS MANOS

Las manos son eslabones. Vínculo, contacto humano. En el trabajo, las manos son eslabones que unen, que comunican, que proyectan. Manos de mujer y de hombre. Pero en la vida social vamos separándonos y desvinculándonos con las manos, con los ojos, con las palabras. La colaboración se fortifica a través de las manos solidarias, que tocan y acarician la sensibilidad de cualquier gesto. Manos jóvenes, suaves y delgadas, venideras en manos de futuro, cansadas, envejecidas, convertidas en surcos de experiencias olvidadas, manos de luz y de sombras. Manos que sienten cuanto tocan, que perciben lo que un roce les anuncia. Las manos acarician en el rostro y a veces, al cerrar los ojos, las manos se vuelven observadoras, como focos luminosos que alumbran los misterios de la vida; sin manos, para tentar el mundo, las formas se desprenden de toda bondad y transparencia. Las manos esa caricia suave que llega fuera del tiempo, esa piel que despierta los sentidos, que resucita los recuerdos y transforma la tristeza en sonrisas cómplices para el alma. En el amor, las manos son pétalos que besan las huellas ocultas de la piel; el pincel mojado, que pinta, colorea y dibuja todos los contornos del cuerpo deseado. Manos abiertas al mundo, anónimas, comunicativas que saben unir eslabones, sin necesidad de necesidades, sin imperativos, sin obligaciones, despojadas de poderes, que saben vincular una mirada con otra, desde otro lenguaje, desde la simbología fresca de la complicidad.

Badalona, 9 de octubre de 2013

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