NOCHE DE REYES

Sólo quiero esto, mirar el rostro de los niños, escuchar sus risas, sigilosamente, ser la persona anónima que desde la distancia contempla el deseo transparente que anida en sus almas, y saber que tres Reyes: Melchor, Gaspar y Baltasar están llegando a esta noche tan especial con estrellas brillantes y regalos de Oriente. Ah!, la candida magia de la niñez, el reino de lo pequeño, senderos secretos repletos de sueños viajeros. Pequeñuelos hábiles para descubrir la grandeza de todo lo minúsculo y sencillo, algodoncillos de luz y ternura que saben a cuento de navidad, a chocolates envueltos con el misterioso sabor de tierras lejanas.
El niño lleva en la mano un farol, luz, lámpara lumínica, objeto, cosa, ilusión. Todos, expectantes, reunidos en calles lineales, portales discretos, ventanas abiertas al encantamiento y la ensoñación. Y llegan las doradas carrozas acompañadas por el vuelo de pájaros alados, muñecos acurrucados en camas voladoras, cajas adornadas con lazos de inocencia e ingenuidad, y carboneros embadurnados de alegre nocturnidad.
Los niños únicos, contentos miran despacio ese mundo de fantasía; de espaldas al adulto, de cara a la imaginación, hechizados por el embrujo de esta apasionada ficción. Es noche de Reyes, es una noche mágica, donde los sueños conversan con las ilusiones, y los poetas dialogan con duendes que reparten palabras encantadas. Estoy en la calle. Mientras mis manos adultas reposan en bolsillos de injusticias y penumbras, vuelvo a reencontrarme con aquella mirada infantil que un día lejano desapareció, y es a través de la candidez de esos ojos pequeños que vuelvo a sentir al niño que habita en mí. Toda una infancia reencontrada en un segundo, en una noche.
Los Reyes pasan como música, los caramelos cacarean como gallos, las nubes viajan como ríos. La majestuosa Cabalgata desfila por la ciudad ante mi atenta mirada, y en ese instante la noche gana su magia. Y así con el sabor dulce de un caramelo que dulcifica mi corazón, me deslizo desde el tiempo férreo de la adultez, al tiempo candoroso que cobija todos los sueños de mi niñez.

Badalona, 7 de enero de 2013

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