BADALONA Y YO

En días soleados, salgo a pasear por mi ciudad, y me cruzo con gente de ojos luminosos que saludan al pasar. Es gente amable y acogedora, que miran, que escuchan, que huelen, que paladean, que sienten su ciudad. Badalona sabe a amar, y su corazón late en olas blancas que suenan en grata melodía; crece y extiende sus arterias en un amplio territorio de avenidas nuevas y calles antiguas. Badalona, alegre y entusiasta, ríe en los labios infantiles, corre por la arena de la playa, visita San Jerónimo de la Murtra o pasea ilusionada por el parque de Ca l’Arnús. Badalona, curiosa y lectora, bebe el néctar de los cuentos y duerme entre tiernos algodones de poesía. Badalona roja, Badalona clara, Badalona transparente, Badalona ligera, Badalona serena, Badalona comprometida, Badalona progresista, Badalona íntima, Badalona enamorada, Badalona de mar y cielo, de paz y sabiduría, de juventud y ancianidad, va trazando su devenir, su historia, su alma, en el mosaico variado de argumentos afirmados o negados. Mi sombra y yo paseamos por la Rambla, por un paseo que mira directamente al mar azul del cielo. Badalona descansa en un banco, se recrea con el vaivén de las hojas de las palmeras y fabula, fantasías improvisadas, mientras escucha el sonido del tren al pasar. Respiro hondamente y Badalona me traspasa. Estoy escuchando en mi interior el latir de mi ciudad amada.

Badalona, 10 de marzo de 2014

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