CÓDIGO CARTESIANO

En un mundo cambiante y alocado, es asombrante, escuchar, el latido constante y seguro de una voz que cae de la ducha espumosa de todas las mañanas. Qué sonido de felicidad es ése. A qué responde la alegría de un ser, de un organismo, cuya vida, cuyo corazón late cada día al son de incitantes melodías. Algunos dirían que eso es la máxima. Explicación que no queda muy clara. Un decir lleno de misterio. Qué enredados somos cuando se trata de intrigas y secretos. Basta dejar de entrever a alguien, buscarlo en el amanecer, para comprobar con admiración, que uno vive preso de una voz que refresca las mañanas. Somos la vigía atenta y complaciente que delinea fantasías que bailan a flor de piel. Eso encontré en ella, en su decir, en la voz. Puedo abocarme a la caverna oscura de donde resurge y descubrir su trayectoria. Convertir las mañanas en enigmas y los enigmas en jeroglíficos cartesianos. Escucho, luego existo, existo, luego pienso; pienso, luego sueño. Badalona, 12 de marzo de 2014

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