¿ME LO VAS A DECIR?
Era de noche. Se lo contaré a él.
Él con sus ojos negros bien abiertos estaba atento, mientras me iba quitando
los zapatos y me ponía cómoda. Le hice prometer que no se lo contase a nadie. No
lo contarás, ¿no? No, dijo, dejando el mando de la televisión encima de la
mesita de noche. Lo miré y me repitió que no, que no diría nada, que si hacía
falta me lo prometía por… y le dije que no siguiera por ahí, que no hacía falta
que me lo prometiese por quién los dos sabíamos. Pero me lo pensé mejor y preferí
no contarle que hay veces que no es necesario hacer fotografías para guardar
buenas instantáneas en la memoria. Me interrogó sobre lo que le iba a explicar
y no le decía. Lo miré y me callé. Lo dejé con la intriga y me marché para el
cuarto de aseo. Me lavé los dientes y dejé que el agua y el dentífrico blanquearan
aromas y sabores. Salí del lavabo y me preguntó: me lo vas a decir. Y le dije
que si. Me dijo que haber si me aclaraba entre el sí y el no porque estaba
empezando a sentir los efectos de Morfeo. Y se lo conté todo, todo. Me fui para
el comedor, cogí el regalo y se lo enseñé. Le encantó. Volví otra vez al
comedor y lo coloqué junto al árbol de navidad. Mientras apagaba la luces del
comedor me pareció que decía buenas noches. Cuando llegué a la habitación, él
ya dormía. Le disparé una fotografía instantánea y la colgué en mi instagram existencial.
Él dormía y yo me dormí. Nos dormimos.
Badalona, 19 de diciembre de 2016
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