EL SECRETO DE ALGUNAS PALABRAS


Sus ojos azules arrastran hasta la orilla de la página blanca años de experiencia y sabiduría. Con hambre de conocimiento recibo entre las manos su legado. Una caja de palabras silenciosas y ordenadas. Palabras que guardan un secreto que yo habré de descifrar. Las cojo con el cuidado de las cosas que son entrañables y valiosas. Sé que al llegar la noche me convertiré en la confidente de una história. La noche infinita, los secretos sellados, las palabras anárquicas y las voces de mar. Mi piel se tiñe con emociones no superadas y las palabras protectoras me susurran aquello que no logro olvidar. El recuerdo se hace presente y las palabras no lo dejan escapar.

Hace tiempo llegó un barquero que venía de tierras lejanas. Llegó a puerto con coplas en los labios y una mochila cargada de sueños. La vio flotando en el agua, reluciente como el oro, blanca como la nieve y se enamoró. Nenúfar y el barquero unieron sus almas, para siempre, lejos del mar. Edificaron un templo llamado “Amor” y quisieron colmarlo de juegos infantiles y sonrisas a tropel, pero el destino, juez implacable de la vida pintó sus paredes con un árido silencio.

Ahora, asomándome a la orilla de la página blanca, en el ecuador de la noche, cuando el reloj se convierte en la melodía de mi soledad, dejó que mis manos vayan al encuentro de la morada vacía y sin quererlo escucho un llanto que jamás oí, siento una ternura que no acaricié y veo ojos, a veces azules, otras marrones. Ojos. Pequeños ojos, pequeñitos, ojos juguetones. Y unos inocentes labios que no puedo alcanzar. No hay palabras, no hay frases, no hay sonidos, es la nada, la esterilidad hecha mujer, el vacío de un jardín deshabitado, sin ruidos, sin llantos, sin risas, sin palabras, sin juegos, sin enredaderas, sin flores, sin cantos, sin aquella alma boba que levanta el templo de la feminidad.

Sus ojos azules, penetrantes, vientos del norte, han conseguido ablandar las bisagras del postigo cerrado. Así de pronto, sin esperarlo, quizás una casualidad, una coincidencia, su legado de palabras, ha sido la llave que ha permitido abrir la puerta de la habitación sellada.


Badalona, 7 de juny de 2013

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