EL CIELO ESTRELLADO

Una esta aquí, si, aquí justo en este momento, aquí y ahora, a finales de un otoño disfrazado de verano. La mañana se va desplegando lentamente en la ciudad de Badalona, mientras el silencio me tienta con sus dulces fantasías. A lo mejor cuando salga al mundo exterior me compraré un cucurucho de estrellas brillantes y me las comeré mirando al mar. Guardo las estrellas calentitas en el bolso. Cruzo calles, los semáforos me guiñan el ojo izquierdo mientras los autobuses se deslizan con suavidad. De manera que me crece la alegría en el alma, ese espacio sagrado, donde vive mi imaginación, entre dos huesos, entre el parietal y el occipital, y me miro en el espejo de HM, y veo tu imagen reflejada en la pirámide ósea de mi mundo cerebral.
Debo ser de los pocos cadáveres vivos que lleven estrellas en el bolso y habitantes en su zona craneal. Menos mal que con el paso del tiempo una se va ha acostumbrando a la caverna y a convivir con sus invenciones. Paseando por la calle del Mar, siento el calor de mis estrellitas queriendo tentar mi paladar. El sol, la belleza del mar, la arena, el tiempo suspendido entre las olas, despliegan ante mí la verdad del universo. Abro el bolso, mis ojos y mis labios se derriten ante semejante manjar. Devoro ese espectáculo de armonía y color, y dejo que las estrellas vuelvan de nuevo a su hogar.
El cielo estrellado sobre mi cabeza, la moral y la ética en mi corazón, y una canción a punto de sonar…

Badalona, 6 de noviembre de 2013

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