LA DULCE FELICIDAD

Paraules amb aroma,




La dulce felicidad

“Ya estoy despierta” como decía Sartre. Salto de la cama a la ducha y de la ducha al espejo. Mi cara en el espejo. El pelo mojado. El agua ilumina los hilos de tus cabellos, escribió el poeta. Entro en la cafetería con mi periódico bajo el brazo, costumbre habitual de mis días vacacionales. Abro el periódico y busco al columnista, al escritor, al desconocido, y de pronto lo encuentro, me acomodo y leo sus palabras: “El sabio”

“Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto pequeño repleto de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y una silla.

- ¿Dónde están sus muebles? Preguntó el turista.

Y el sabio, rápidamente, también preguntó: - ¿Y dónde están los suyos…?

- ¿Los míos? Se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!

- Yo también… concluyó el sabio.

Cierro el periódico. Desconecto el móvil. Un café y dos cucharadas de ternura. Miro a través del ventanal el azul del cielo y sigo el rastro juguetón de las nubes. Permito que la fragancia de las flores colocadas en el jarrón riegue mis sentidos. Dejó que el aroma del café impregne mi boca de sabor amargo y dulce felicidad. Contemplo las tazas con detalles antiguos que adornan la estantería, la luz blanquecina que ilumina la repostería, el ir y venir de las camareras, el grano de café deslizándose por la rueda imparable del tiempo, y me siento dichosa en la cafetería acompañada por esta sencilla cotidianidad. El tiempo ese donut azucarado que tienta mi paladar, escribo en una servilleta de papel.

Bebo un sorbo de café y como Julio Verne me voy de la tierra a la luna y vuelvo de nuevo aterrizar a través de una sonrisa. La sonrisa del hombre que acaba de entrar en la cafetería. El hombre y su sonrisa. La sonrisa del hombre. Cuando el hombre me ha sonreído, la cafetería ha desaparecido, las nubes se han evaporado y el sol me ha iluminado. Una sonrisa siempre es comunicativa, ligero equipaje para sabios y turistas.

Me siento libre y en paz. Respiro. Inspiro la vida y reflexiono que existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables que embellecen nuestra existencia terrenal. Conecto mi corazón. Y el presente sale a mi encuentro. El presente, ese espacio del tiempo del cual a veces huimos o bien porque miramos hacia el pasado o bien porque planeamos sobre el futuro, y me dejo llevar; acomodada en su regazo percibo que sólo desde la plenitud del presente, desde el aquí y ahora, podré sentir los latidos de mi propia felicidad.

Badalona, 7 de junio de 2014. Mari Carmen Lozano







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