ECUACIÓN POÉTICA

Ellos hablan siempre del olvido. Saben que jamás volverán a encontrarse. Hablan de  trenes bloqueados. Dos almas separadas a base de una línea infinita de puntos oscuros y profundos; pozos abismales donde se desdibuja el color de la cordura. Ecuación poética indescifrable, confidencia compartida por aquellos que saben valorar lo que no les pertenece y codician; breves momentos fugaces, intensos, entre manos extrañas que aman la palabra y la veneran. Hace calor, el aire es caliente y las temperaturas siguen en aumento, dominio absoluto del Rey Sol, perfecta luminosidad, para el tiempo resplandeciente, el de ellos, sombras fantasmales, que rememoran recuerdos repetidos, empecinados en no querer salir del laberinto de mazes, donde se encuentra el jardín de la felicidad.
Cuentos, decía él frente la ventana abierta. Muchos cuentos nubecilla, mirando hacia el firmamento y entornando sus ojos achinados, las pestañas cayendo en picado, tentando la farsa o la burla, de una obra inventada; invisibilidades ambos, nada transparente él, toda cristalina ella; pestañitas de chiquillos locos que ríen o lloran escoltados siempre por la protección de sus sombras. Los ojos oscuros, pequeños y rasgados de él, flotan heliocentricamente alrededor de la nube, amparados bajo el disfraz de las mil caras ante la atenta mirada de ella, ojos negros de vidriosa claridad. No quieren mirarse y se curiosean, no pueden resistir la atracción de tal embaucamiento. Intersección de negras pupilas, furias encendidas, incisivas, fijas, incansables, inagotables. Resguardan su individualidad bajo la manga y apuestan entre actos por lanzar una carta al aire y compartirla. Ellos tan sólo son sombras fantasmales, que se rozan y no se olvidan; ecuación poética: inmateriales, espirituales, incorpóreos, categóricos, concluyentes, irrefutables, superpuestos en una delirante confusión de espacios y tiempos que nunca se tocan. Muchos cuentos, nubecilla, mucho drama, mucha poesía. Traspasa la ventana, iniciativa arriesgada, cargado de ternura desmedida. Le coge el rostro entre sus manos haladas, y sin pedir permiso la besa detenidamente, paladeando todas las glándulas pituitarias. Dos cuerpos extraños frente a frente, sujetados ambos por el entrelazado suave de los labios, foco de calor, niebla y pasión. Las sombras fantasmales se alejan y ellos se besan. Los cuerpos conectados atraviesan en un beso infinito el puente del espacio y el tiempo, y sus palabras callan. Nubecilla mira allá arriba sólo son cuentos. Ecuación poética con dos incógnitas irresolubles.

@paraulesambaroma

Badalona, 10 de marzo de 2017


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