MISIVA ESTELAR
En el sueño
estabas frente a mí, de pie, vestido con una camisa azul, en una
habitación con vistas a la Torre Eiffel. Me contabas las pecas como
si fueran estrellas y las ibas nombrando: Sirio, Antares, Arturo,
Rigel, Espiga, Aldebarán, Vega, Shaula, Hadar, Cástor, Leonis, y yo
me reía. Me decías que eran tan brillantes que su luz habían
eclipsado mis ojos. Ahí me desperté, Ángel, con un aroma de
alegría que me duró todo el día. Estoy pensando en comprarme un
telescopio para mirar cada noche como parpadean las estrellas. El
sueño me pareció corto. Recuerdo que, cuando nos conocimos en Cayo
Largo, yo te dije que me gustaban las estrellas y tú me dijistes que
conocías un lugar donde casi se podían rozar con los dedos. Que
algún día iriamos a verlas. Yo sabía que era un sueño imposible.
Fue pasando el tiempo y las estrellas se fueron oscureciendo en la
inmensidad del universo. Me fui apagando poco a poco. El verano
pasado, cuando volvimos a vernos en el Ponte Vecchio de Florencia,
mis ojos se iluminaron como si las estrellas hubiesen vuelto de nuevo
a mi alma. Me ilusioné. Supongo que al estar separados por mundos
lejanos, y vermos de forma tan inesperada, hizó que mi retina se
engrandecierá violentamente al escuchar la voz de la persona que un
día me enseñó a distinguir las estrellas de los planetas. Y al
volver a oir tu voz, más allá de las palabras de un simple correo
electrónico, de un whassap, de un me gusta de facebook, de qualquier
contacto de virtualidad superficial, provocó la revolución de todas
mis constelaciones. Yo creo que cuando tú, en la vida onírica, me
acariciabas las pecas, me estabas diciendo: aunque no nos
veamos te ilumino. Uno sabe, Ángel, que el poder de creer
te hace valiente, y te permite volar hasta llegar a Leonis, la
estrella que tiene la virtud de mostrarte el camino de la luz y la
esperanza. Con este optimismo estelar te mando esta misiva esperando
que llegue a tu última dirección en París, allí donde un día me
enseñaste La noche estrellada de Van Gogh.
#paraulesambaroma
Badalona,
31 de mayo de 2018
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