CARTA A UN ÁNGEL

Ángel de la luna oscura:

Mama Luna, madre del firmamento, ha venido a visitarme otra vez. Elegante, vestida de azul y plata ha abandonado su universo lejano, para acompañar mis deseos y temores; ha llegado sigilosa mientras la ciudad esconde los sonidos bajo la almohada de la noche. Entre las nubes que acompañan su cortejo he creído vislumbrar una chispa de tu sonrisa o quizás fuese tan sólo un reflejo fugaz de tu mirada. Y, ahora, cuando las estrellas se convierten en confidentes de mis secretos, vuelvo a acariciar una vez más tu nombre entre las líneas de esta carta.

El resplandor plateado de Mama Luna calma la inquietud de la página vacía y es en esta soledad, donde mis palabras temblorosas salen a tu encuentro y se produce la alquimia. Esa hada madrina que transforma mi mundo solitario en una experiencia creativa que engrandece todos mis sentidos.

En este tiempo donde las agujas no tiene dueño imagino tus ojos pequeños y rasgados agrandarse al leer estas líneas, y siento tu respiración entrecortada acariciando mí cuello. ¡Sí! Eres mi ángel. Desde la estrella más pequeña hasta Canis Majoris, ya no existe constelación lunar que no sepa cuál es mi secreto: la insistencia por captar, con sentido o sin sentido, la atención de un hombre alado. Ese ser que sin darte cuenta se cuela por el alma y se convierte en un germen imposible de asolar. He tenido mucho tiempo para pensar y recapacitar, me he enfrentado a mis dudas y a mis miedos, a mi realidad y a mi imaginación, y sigo viéndote allí donde los demás sólo ven vacío.

Y son mis cartas. Ellas juguetonas, inquietas, infantiles las que me permiten tentarte, caminar junto a ti, hablarte, sentirte y pensarte como si fueses real y no una imagen angelical, producto de una imaginación desbordada de intenciones. Gracias a ellas he podido superar los obstáculos que a lo largo de los años han ido apareciendo en el complejo trayecto de la cotidianidad y he podido mirar más allá de las nubes tenebrosas de la existencia. Y desde mi universo alado, mi cielo protegido bajo las alas de la paciencia, del silencio y de la energía positiva ha ido encontrando cada día un motivo nuevo, para lanzar mis palabras a tu encuentro.

La belleza infinita de Mama Luna se aleja y con ella se retiran todos mis deseos y todos mis temores.


Mis cartas llevan tu nombre,



Hasta siempre! Cuidate.


Badalona, 17 de mayo de 2013

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