DIGRESIÓN DISIMULADA


El dolor, ese dardo, que atraviesa el pecho, duele más allá de lo indecible. Dolor, dañino, nocivo, dañoso; desagradable que ciega la posibilidad de triunfo, de conquista, de luz; decepcionante, nacido de envidias i rencores; glacial que entumece las relaciones en estampas deformadas por fríos intereses.

Todo dolor necesita su tiempo de duelo, de distancia, y de olvido.

Todo dolor necesita un tiempo de reposo, de alivio, para surgir renovado del destierro y la desolación.

Dormir y despertar. Despertar con aquel dolor anestesiado en un rincón de la memoria y saber que formará parte de nuestra historia.

Es bueno adormecer algunas aflicciones.

Sentada en el sofá, al lado del gran ventanal. Él me acaricia las manos. Estoy algo nerviosa. El viento del norte agita las hojas del jazmín mientras nos miramos en silencio. Qué bonito es mirar! Mirar de cerca, penetrar en esa cavidad oscura llena de misterio y descubrir otro mundo, otra posibilidad. Me abraza, la noche es calurosa y expande su olor de madera, de mandarina, de melocotón. Me besa, suspira y dice que el sabor de mis labios es más dulce que la lluvia. Qué bonito es besar! Besar desde el deseo, navegar de orilla a orilla en el mar transparente de los labios; respira y dice que la niña de mis ojos es más triste que la noche. Qué bonito es bailar! Bailar de noche, moverse entre los pliegues de la piel y sentir la exaltación del cuerpo; calla y el silencio encumbra el anhelo de todos los sentidos: huelo su humanidad, acaricio su latido, saboreo su conocimiento, escucho su verbo, veo su verdad.

Me estremezco, nuestros cuerpos se abrazan y todo se vuelve del revés. Una mariposa revolotea entre rosas, begonias y amapolas. Apoya su cabeza en mi hombro y me susurra al oído: “nuestro amor es un lienzo de nostalgia, una tela etérea y transparente, habitada de recuerdos e imágenes. Nuestro amor es un siempre idealizado que no envejecerá jamás.” Y entonces el viento del norte, alocado e inesperado, nos aborda para arrancarnos de la boca el último susurro.



Badalona, 24 de mayo de 2013

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