PEQUEÑAS COSAS
No quiero grandes cosas en mi
vida y tampoco pido o deseo, según se mire, mucho. A lo largo de los años de mi
vida he conocido a unas cuantas personas que me han enseñado a disfrutar de las
pequeñas cosas; algunas me lo han enseñado por oposición, anhelando grandes
cosas, grandes poderes; otras por filosofía de vida: el vuelo de una mariposa,
un poema, unas gotas de lluvia, unos ojos... Esas cosas que nos hacen ser tan grandes
a los pequeños humanos, y son casi invisibles. Reírte delante del espejo, incluso en esos
días en que piensas que todo va a salir mal. Cantar el do-re-mi-fa-sol o te echo de menos en la ducha. Acariciar las
manos de los que amas. Cocinar una tarta helada de chocolate e inventar algunos
ingredientes, que si un chorrito de whisky por aquí, que si unos polvitos de
canela por allá. Reírme contigo o en compañía, reírme con tus mensajes hasta
que se me descuelga el labio con tanta sonrisa tontorrona. Levantarme
somnolienta y dejar que el aire fresco me despierte. Buscar el sujetador y
salir corriendo hacía la ducha. Descubrir un cantante o una canción, tatarear
los que dejaron huella en el pasado y bailar descalza nuevas melodías. Seguir
aprendiendo cada día palabras nuevas para regalarte. Textos livianos horneados en
cinco minutos. Coger el metro por la mañana y llegar al kiosco en busca de
Platón. Caminar caminos inconclusos para alcanzar el territorio de tu entorno.
Volver a la Rambla y tomarme un mojito con unas hojas de menta y brindar por
nuestras confidencias esporádicas. Las blusas de flores y pasar alguna tarde de
rebajas en el Zara o en el Stradivarius, a pesar de cada vez sus tallas
resultan más ajustadas. Que la coca cola sigue siendo la chispa de la vida y
que la izquierda sigue siendo socialista.
Ir en lancha con gafas de sol, pero con los ojos iluminados de encontradas
emociones. Que me hagas irritar e inventar, que te acerques y te alejes. Que te
enfades y te pongas guapo a rabiar. Dormir sin móvil, alarma y despertador, y
desayunar un chucho relleno de crema. Cenar en el puerto mirando el mar. Los
besos de mi madre, los consejos de mi padre. Días con ganas de ordenar papeles
y días con ganas de borrar renglones. Y sobre todo quiero disfrutar la vida, de
esas cosas pequeñas que tienen grande el corazón. Y unos ojos tan profundos que
no se pueden describir con palabras.
Me voy, he quedado con Morfeo.
No contigo. Buenas noches.
Sé feliz. Felices vacaciones.
Me voy, he quedado con Morfeo.
No contigo. Buenas noches.
Sé feliz. Felices vacaciones.
Badalona, 30 de julio de 2015
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