CINCO MINUTOS

Cinco minutos,
por Paraules amb Aroma

Déjame cinco minutos.
Déjame que te cuente.
Déjame que me cuele en tu mirada.
Déjame que te cuente, aunque termine bailando sola en la pantalla.
Déjame que te cuente, antes que acabe la noche, que no me gusta el queso, ni el cordero, ni la gente que no es puntual; porque mi tiempo es su tiempo y su tiempo es mi tiempo.
Déjame que te cuente, que como buena romántica me gusta Sinatra y escuchar “Strangers in the night”. Déjame que te diga, que me encanta la canción “El mundo” de Jimmy Fontana.
Déjame que te cuente, que el viaje más fabuloso de mi vida fue a la Riviera Maya, subir la mágica pirámide de Chichán Itzá, bañarme en sus azuladas playas y beber  junto a unas buenas amigas, tequila hasta la madrugada.
Déjame que te cuente que no sé nada de neurociencia, pero he leído que mientras el cerebro derecho nos aporta paz, el izquierdo nos invade de miedo e intranquilidad.
Déjame que te cuente, a ti que quizás no me leas, mientras escucho “Caruso” y “Volare” de Pavarotti, que tu recuerdo sigue alumbrando mis días y mis noches. El tiempo no ha podido apagar las luces de tu nombre. Y yo aquí, en la noche, iluminada  de palabras vivas y revoltosas como alegres mariposas, te explico que no ceso en el empeño de este inquieto aturdimiento.
Déjame que te cuente que todavía te descubro cual ángel azul en todos mis amaneceres, y te veo como aquel libro lejano, callado y siempre anhelado.
Déjame que te cuente que en estos momentos no puedo ir a Manzania pero si puedo pasear por el Pont del Petroli y mirar la infinitud del mar y reflexionar cómo podría ser el mundo para que resultase menos violento y mucho más bello como en Manzania. Otro día te cuento algo de este fantástico país.
Déjame que te cuente cual es la alegoría de un crisantemo; el crisantemos es la flor que simboliza la eternidad; el crisantemo rosa como expresión del amor frágil; el crisantemo blanco para el fin de un amor; el crisantemo amarillo como señal de un amor rechazado y el crisantemo rojo como testimonio de este amor apasionado.
Déjame que te cuente que este pequeño espacio en la noche me permite mezclar pequeñas porciones de fantasía que vuelan alegres por la habitación.
Déjame que te cuente que me gusta combinar la ficción y la realidad, para crear el laberinto de los caminos extraviados.  
Déjame que te cuente que no existe el diez ni el veinte por ciento de bonificación en ninguna compañía, que luego te cobran el doble en conceptos variados, y se quedan tan felices y contentos (bancos, gas, luz, agua…). No nos bonifican, nos roban!
Déjame que te cuente que me bebo un par de negros Martínis y el mundo se vuelve del revés, los gordos flacos, los flacos gordos, los guapos feos, los feos guapos, los altos bajos, los bajos altos, los ateos creyentes, los creyentes ateos…
Déjame que te cuente mi penúltima tontería, cada día busco con más frecuencia la niña que un día pasó por mi vida.
Déjame que te cuente que admiro a las personas que cumplen sus promesas, y no hablan gratuitamente.
Déjame que te cuente que el documental de Andreu Buenafuente, “El culo del mundo” va sobre los efectos que producen la comedia y el humor en las personas; no subestimes el poder de una sonrisa, aunque no está suficientemente valorada en las sociedades modernas y no está en el número uno del ranking, no olvides que la fuerza de una sonrisa es incalculable.
Déjame que te cuente que me gusta leer los artículos del País del escritor Juan José Millas y sus inteligentes argumentaciones.
Déjame que te cuente que me queda un minuto.
Déjame que te cuente que tengo que despedirme y que no sé me ocurre una frase genial para decirte adiós; espera voy a buscar un pañuelo para secar las lágrimas de mi corazón.
Déjame que te cuente algo mañana o quizás algún otro día.
Déjame cinco minutos.
Déjame que te cuente.


Badalona, 17 de octubre de 2014

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