CAÍDA LIBRE
Camino. Ha llovido. Empieza a
oscurecer. Llevo tu palabra guardada en mi bolsillo. Esa palabra que a ti tanto
te gusta y a mí me zarandea el alma. Camino tan abstraída que me olvido de los
charcos. Bajo mis pies está la acera, pero yo me elevo como un globo por el
aire, y tu palabra se convierte en la alfombra, que sustenta mi deambular.
Miro hacia abajo. Te veo, a ti y
a la santísima trinidad. Aparece Pitágoras y dibuja un triángulo equilátero. Las matemáticas y la geometría. En el rotulo de
una tienda, un tres fluorescente, me guiña el ojo izquierdo. Surrealismo para
una tarde lluviosa de otoño. El tres y sus múltiples significados. El tres masónico;
los tres mosqueteros; los tres besos franceses; los tres reyes magos y el tres
de la vida: salud, dinero y amor.
El globo ha ascendido alto.
Estalla. Caída libre. Pienso rápido. Abrir el paraguas, pero sino soy Mary
Poppins. Me la voy a pegar seguro. Cierro los ojos y me dejo llevar. El viento, el viento me arrastra, y desaparezco.
Me acomodo entre las nubes, y desde allí te lanzo palabras, como si fuesen
bolitas de papel. Pero estoy tan lejos, que cuando llegan a ti, se han convertido
en pequeñas y transparentes gotas de lluvia. Un gotear gramatical lento, dulce,
distante, lejano del cielo a la tierra, de la tierra a la noche, de la noche a
tu palabra.
Badalona, 13 de octubre de 2015
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