ADIÓS CARME
Esta mañana de abril el aire
fresco se ha tiznado, pesado y oscuro, empañando el espejo transitorio de la
realidad. Vemos pasar la infancia como un camino largo y duradero, y creemos,
ingenuamente, que no se acabará jamás, hasta que un día, de pronto, nos
encontramos de frente con la madurez, y descubrimos, a nuestro pesar, que la
vida dura un segundo y, que tras ella, tras el final, nos esperan los
heraldos negros de la muerte.
La calle, los coches, los
trabajos, las opiniones, la política, los diarios, las prisas y tantas otras
cosas van llenando el vaso transparente de la existencia y, sin darnos cuenta
nos olvidamos del paso sigiloso de la muerte por la vida; lo imprevisible, lo
inesperado sigue adherido a la piel de nuestra descuidada fragilidad. Nos
cubrimos de vendajes, de problemas, de indiferencias, de absurdas preocupaciones que van envejeciendo
la fiesta de la vida, descuidando la belleza del lirismo, del sentimiento, de
la estética, del bien, de la honestidad, de la fe, de la historia, de la
libertad, de la justicia, de la igualdad, de la fraternidad, ese burbujeo
socialista de la vida.
Domingo de ramos, domingo de flores.
Rosas tristes, rosas llorosas. Las rosas rojas, Carme, siempre conservaran tu fragancia
socialista; hoy consternadas por tu marcha sus pétalos cabizbajos y enlutados, lloran.
Rosas rojas de terciopelo, la más bellas acompañando tu despedida.
Badalona, 10 de abril de 2017
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