LA MAÑANA
La mañana,
La mañana llega. Entra y saluda con energía. La mañana gana su territorio,
su espació de acción. Su representación teatral. El marinero es único. Lo miro
moverse entre la tripulación. La isla queda retirada. Todavía siguen alejados
el mar y la tierra, pero el sol ilumina la mañana. Lo inesperado ha pasado.
Incontrolable. Lo insospechado que aparece sin nombrarlo, para asombrarnos,
para asustarnos, para reinventarnos; lo extraño, el fenómeno, el milagro que mora
en el exterior, al otro lado, ajeno a caminos forjados, en la sombra, entre la
gente, al aire libre, en las calles, disimulado, escondido, al acecho, de cara
al campo, de cara a la ciudad; lo impensando ha brotado quedando atrapado en la
red. Lo inesperado está aquí.
Con la brújula orientada a tierra firme, de espaldas al ancho mar, aparece
en apenas un segundo, un leve descuido visual i la realidad se desordena.
Aparecen olores olvidados, la respiración entrecortada, el pulso acelerado, las
piernas debilitadas, otras formas de mirar el mundo y la vida. Una explosión
sugerente y voraz; la agitación apresurada, dulce, locuaz, del mar en la tierra.
Qué seria de la mañana, sin estos ejercicios delirantes, sin esta
gimnástica gramatical, sin este vagar por las calles alejadas de ruidos, de transportes,
donde el tiempo aparcado, despojado de equipaje, detenido en un espacio
flotante permite detener la velocidad de las marcas que el tiempo va dejando al
pasar: las falanges oscurecidas, el rostro derrotado, los cabellos devorados
por canas blancas y grisáceas, el pulso tembloroso, la mirada apagada, los pies
arrastrados por la acera existencial.
Soy una mujer que deambula en el filo de la mañana; antes, que las gentes
comiencen sus rutinas, su cotidianidad; antes que la totalidad del día se llene
de ritmos marcados, de objetos, de periódicos, de noticias, de otras realidades
que impiden levitar de la tierra al mar, del mar al cielo.
Respiro y la mañana me arrastra a su orilla. Buenos días.
Badalona, 20 de mayo de 2015
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