LA TERRAZA DE LAS ID(K)EAS
La terraza de las
id(k)eas,
Utilizo la cámara fotográfica de IKEA y dirijo mi objetivo hacia tu
terraza. Me asombro. La oscuridad ha desaparecido y se ha instaurado la luz. Me
separo de la selva ciudadana de los ruidos, disparo la cámara y me cuelo en tu
jardín. Observo trocitos de realidad que juegan alegres por tu terraza. Me
siento en un cómodo sofá, y huelo el aroma de tus flores.
Veo tus ojos colgados, en las luces verbeneras que cruzan la amplía azotea;
veo un hombre fuerte, entre cojines y razones, sin mascara; sin el antifaz que
se pone la nada, el disfraz con que nadie nos ve.
Me permito el atrevimiento de servirme un té helado con menta y limón. Bebo
pausadamente, masticando las vocales de tu nombre como si fuesen delgadas hojas
de menta. Te saboreo, te paladeo. Reconstruyo tu imagen a través del sabor, a
través de tu voz, y dejo que la imaginación se convierta en el
zoom de nuestras retiradas distancias.
Terraza de sol, tiempo detenido, sillones de tela y de algodón, flores de
vida y de color, enredadas en la palma de mis manos, velas, farolillos,
lámparas de luz con olor a vainilla y canela, el mensaje perfumado de rosas,
lirios y jazmines, mesa vigorosa de madera, y las cuatro sillas del parchis, y
por la barandilla cual candelero de un barco, un trocito de cielo y alrededor
otros tejados, otras historias. Abajo ruidos ciudadanos y el transitar de
miradas anónimas.
Los ojos con los que miro tu terraza, los ojos con los que disparo mi
flash, son los ojos que pasean por tu terraza, los que inventan tu iris, los
que te quieren mirar. Y te miro desde la selva llena de fieras, desde la jaula
encerrada, desde el cuello de una jirafa o desde el rugido fiero de un león. El
lenguaje para entenderme contigo son los ojos, y yo hablo aplicada ese lenguaje
para que me entiendas mejor. Sin aditivos, sin conservantes, sin miopías. Con
claridad y alevosía.
Estoy aquí con la cámara de las id(k)eas en tu trocito de cielo. Ha llegado
la hora de la despedida y quiero la mejor fotografía. Te miro a los ojos y
tengo miedo de desenfocar si escucho a tus ojos haciendo tic-tac.
Badalona, 22 de mayo de 2015
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