LA LLAMADA TELEFÓNICA DE S.

Me ha llamado por teléfono S, si me lo permitís prefiero mantener el anonimato, sólo os diré para que os hagáis una idea que S es una persona bella, encantadora y muy especial, aunque a veces ni ella misma se da cuenta, y es de aquellas personas que siempre te dibujan sonrisas en los labios. Y ha sido su llamada la que me ha traído el recuerdo de J, si me lo permitís también prefiero mantener el anonimato, sólo os diré para que os hagáis una idea que J al igual que S es una persona encantadora y también tiene la capacidad de dibujar sonrisas en el alma; por eso esta clase de personas aunque estén lejos uno nunca los olvida. Después de hacer un breve repaso por los tiempos pasados y los presentes, de volver del derecho y del revés la tristeza de una ideología cada día más perdida, nos hemos deseado una feliz navidad. Al colgar el teléfono no puedo evitar visualizar a J. J es bello, grande, con arrugas de felicidad bordeando sus labios, como si fuese uno de los siete dioses de la felicidad, con el cabello castaño y los ojos negros, un hombre legal en tiempos de dificultad. Han pasado algunas navidades y este presente actual poco tiene que ver con la añoranza de aquellos pretéritos. Cierro los ojos y me emborracho con mi propia imaginación, y deslizo la mirada por el mantel impoluto de la mesa redonda, por las botellas negras de vino, por las burbujas chispeantes del cava, por los ricos manjares, pero me detengo en la experiencia de C, en la juventud de A, en la intelectualidad de X, en la diversión de Q, en la tranquilidad de E, en la jovialidad de N, en la racionalidad JC, en la alegría de M, en la picardía de la enfermera canalla, y como no en la valentía de J, porque sólo los campeones tienen la capacidad de convertir pequeños momentos en momentos imborrables para el recuerdo (prefiero mantener el anonimato de todos ellos). Y así en silencio repaso, una a una, las pequeñas perlas de cristal compartidas desde la alegría, desde el compañerismo, desde la igualdad. Qué le voy a hacer la navidad se me cuela por los ojos, y dejo que se apropie del recuerdo de aquella otra feliz navidad. Sí, hoy S y los aires amorosos de la navidad me han desenterrado aquellos entrañables recuerdos. Y siento deslizarse por mis dedos el aroma de la fiesta, de la felicidad, de la fraternidad, y no puedo evitar caer en la tentación del encantamiento: el sonido de las carcajadas, el brindis de las copas, la fotografía agitada, el sonido de la música…, las miradas cómplices de aquella feliz navidad!

Badalona, 13 de diciembre de 2013

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