CARICIAS A FLOR DE PIEL

La luna es redonda. No, la luna no es redonda, la luna es inmensa. Estamos todos. El aire huele a mar, es una noche tranquila. Carpas blancas y amarillos farolillos, velas amarillas y flores blancas. La Vía Láctea ilumina la mesa. La cena marinera. Los postres con un puntito de limón y otro de canela. Y para bordar la celebración la copa helada de Cava. Conversaciones y palabras cruzadas. Estamos reunidos, en la playa, en verano, cuando la noche enciende los sentidos, lejos de ruidos y teatros sociales. Compartimos risas, estrellas, olas, arena, y esa magia celestial, o celestial encantamiento entre todos, en la noche, con alegría y felicidad. El reloj diluyendo sus granos de arena es testigo silencioso de caricias robadas. Las manos, en la noche, son diosas que juegan con cartas de seducción. Y la mano misteriosa y desconocida se torna pianista que toca la tecla; pintor que pinta la tela; amante que besa la boca; cazador que caza la pieza… El cuerpo salado flota, y la mano tentadora, despierta el deseo, lo roza, lo saborea, lo abraza, lo palpa y lo besa. Caricias a flor de piel en una noche festiva de verano, cuando un diablo de mar crea a una sirena o una sirena inventa un diablo de mar. La mano diabólica se convierte en garra que atrapa deseos que saben a mar.

Badalona, 11 de julio de 2014

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