CONFESIONES IV

Me despierta y me guía. Llueve y me entra agua en el alma; recuerdos incompletos que nadan de aquí para allá, de mis manos a tus ojos. Lees y al leer mis palabras dejas que naden hasta tu orilla visual. Palabras de agua, palabras de vida. Agua, principio originario de todas las cosas, energía primigenia de toda creación. Una gota de agua, una recinto mojado, un diluvio universal me devuelven de pronto aquella mirada robada, escapada entre el séquito social, y la siento llegar de ti hacía mi, y la percibo alegre y divertida haciéndome llegar entre cables y blancos rosales esa forma extraña de acariciarnos. Imagen hermosa de ti mismo que guardo en algún lugar de mi Olimpo emocional. Luego, te alejas, te conviertes en menos real, y te marchas de espalda sigiloso y callado. En el agua geométrica mi alma navega. En esta mañana de julio, con el agua de lluvia goteando en mi interior desaparezco con la escritura, con los sueños, con los recuerdos, con las caricias, con las palabras. Presente absoluto de segundos empapados, de gotas cristalinas, que corren de este rió lingüístico a tu desconocido mar gramatical. Alguien reaparece entre las gotas de agua. El hombre de la lluvia, de las ideas, de los cuentos y de las historias. El solitario hombre inenarrable que sólo puede llegar, inesperado, en un día así, con un paraguas narrativo en la mano y una poética permeable en el alma.

Badalona, 7 de julio de 2014

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