LA GIRL TODO TERRENO

La Girl todo terreno




por Paraules amb Aroma



La veo moverse con desenvoltura, bebiendo un café nespresso y repartiendo sonrisas cual solícita dependienta. Tan atenta y preocupada por todo lo que ocurre a su alrededor. Posando siempre en las fotos, las que pasaron a arrinconarse en el fondo oscuro del armario y las que están en cartelera. Ahora con las manos cerradas, antes con las manos generosas. Ahora con ojos poderosos antes con ojos amistosos. Sonriendo en el momento imperfecto, sonriendo en el perfecto momento. Mostrando siempre esa piel brillante y escamosa de los mutantes cambiantes. La versatilidad es su hábitat. Sabe a quién mimar, a quién querer, a quién besar, a quién abrazar. Y sabe a quién alejar, a quién desvincular, a quién criticar y a quién apartar.

Y yo no sé qué hacer ya para que entienda que sus deseos no son los míos, que nunca lo fueron, ni antes estando cerca, ni ahora estando lejos. Yo sólo quiero reír con franca felicidad, tomarme un zumo de naranja, leer una novela de aventuras o leer un libro de caballerías. Hablar de la brevedad de la vida o de la incertidumbre de la muerte; de los buenos y malos momentos que confeccionan la existencia; trabajar alegremente sin competencias ni rivalidades. Quiero comprarme margaritas blancas y dejarme llevar por su aroma a la Provenza o a Venezuela.

Es la más agitada y atenta. Me dicen que ahora trabaja en una nueva serie, haciendo equilibrios y acrobacias. Qué diversidad. Una girl todo terreno. Está aquí y allá. Habitando el firmamento. Conquistando su feudo. Tan necesaria, tan real o irreal. Bloguera y tuitera sin parar, seguro que tiene muchos hashtags a revelar.

Gafas de Escada o de Vogue. Camisas lilas o naranjas. Nadie seduce como ella. Si los personajes de Disneylandia sueñan con cuentos de hadas ¿con qué sueñan las chicas todo terreno?

Mirada sibilina, ojo avizor. Rodeada siempre de gente que parece transpirar doble intención. Activa e imprescindible siempre dispuesta a socorrer la plaza. Uñas bien afiladas. Pelo arco iris, ese color del que están hechos los altos mandos. Ya no puedo acercarme, me quema su fuego, hace tiempo encendió una cerilla para que ardieran todos los recuerdos de aquella que yo creía una sana amistad, moneda engañosa en la hoguera de los poderíos. A mi alrededor caras conocidas, me consuela ver que no soy la única brasa que deshace sus entristecidas cenizas. Mientras las chispas saltan y arde su fuego, esboza una sonrisa de madrastra de cuento. Sus brasas han llegado hasta mi apenado corazón. Me carbonizo. Se conecta y contonea con un único objetivo: seguir en la serie de las chicas Todo Terreno. Y la desconozco en ese papel gélido y peligroso. Salgo a la calle. Me monto en mi león. Buenos días. Sé que nos volveremos a ver y continuaremos sonriendo. Será la instantánea de una fotografía simulada.



Badalona, 16 de julio de 2014



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