CONFESIONES III

Abro los ojos y me doy cuenta que he tiznado los zapatos de tinta azul. El cielo está cargado de nubes. Bajo este cielo negro me pierdo. La lluvia comienza a caer, agua fresca enredándose entre cabellos incendiados. El cabello quema una neurona, salta la chispa, neuronas abrasando mis pensares. Mi mundo en llamas, rojo fulgor. El fuego me acompaña y sin embargo siento la frialdad cobijada en mi alma. Fuego helado dijo el poeta. Miro lo que miro y vuelvo a escuchar su voz. Y, de pronto, esa voz de lobo y de pájaro fábula una historia. La fábula del contar. Estoy en esa edad, en la que la niñez queda lejos. Abro la memoria y desentierro la niñez. En mi recuerdo: un parque, una libreta, una niña con sueños y cuentos; con muñecas y colores. En mi recuerdo la niña dibuja sus primeras líneas temblorosas, escribe sus primeras letras equivocadas, aprende a contar del uno al diez, y ríe. Y ese legado de papel, de pizarra, de colores y de plumas, de líneas, de números y de letras, de motivación y de cariño, ha transferido la llama secreta que aviva el fuego de mi alma. El cielo se ha despejado y ha desaparecido la mancha azul de mis zapatos. Cierro los ojos.

Badalona, 3 de julio de 2014

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