CONFESIONES VIII

Hoy me apetece saltar de la sabana blanca. Cuando él llegué no me encontrará. Abro el armario y me visto con tejanos, chamarretas y livianas sandalias; es verano y me apetece vestir ligera como el viento. Quiero interiorizar la vida, sus llantos y carcajadas. Quiero ser rosal de hojas verdes y perfumadas. Corazón de rosa, corazón de papel. Rosa roja de nubes y letras. La rosa crece entre las calles de una gran ciudad, enredadera silenciosa de portales y avenidas, con espinas de dificultad. La rosa trastorna una mirada, perfora a un joven que ama, estimula al político y también al escritor, y se planta y se vende la rosa, y alguien se la lleva a casa, como quien lleva guardado un tesoro en alma. Planto una rosa en cada línea, una rosa en cada pincelada, en cada retrato, en cada recuerdo, en cada rincón, en cada esfuerzo. Planto una rosa de día en día, la de hoy y la de ayer e invento la rosa de mañana, de ese futuro incierto que ha de venir. Una rosa y una fecha; esbozando un camino continúo de aromas que perfumen los sentidos. La rosa, sobre Badalona, nunca ha sido tan olorosa a la ciudad como en este traspapelado momento. Me siento ciudadana de un jardín lleno de rosas.

Badalona, 10 de julio de 2014

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