CONFESIONES XIV

Sonríe y es tan bonita esa expresión que todo en él se ilumina con un halo especial; que pena que no sea consciente del potencial que podría tener si aligerase su equipaje de armaduras y miedos, si dejará hablar más a sus sentimientos en su relación con los otros. Dejar de lado el faro de la oscuridad y abrir las ventanas a la luminosidad de una prosa más ligera. La generosidad de ese hombre, la libertad de su cuerpo, de sus movimientos, de su espontaneidad, la hospitalidad de su pecho, que se ha cimentado profundo con la vida, con la familiar, social y política; túnel de largo recorrido donde late el corazón de un gran director de orquesta, que ahora es orquesta orquestada deseando escuchar la melodía de su propio pentagrama. Pecho fuerte, intrépido, erguido, que aguarda la victoria como la esperan los devotos con fe y santa paciencia. Conozco su tenacidad, la honradez de sus manos, el trabajo secreto de noches desveladas, y veo en sus ojos el brillo de ilusiones venideras que lo engalanen en la cima de nuevas gestas. Se le ha agrandado el corazón, se le han sonrojado las mejillas, se le ha derretido la mirada, aquel que antaño fue hielo compacto, y ahora con una cerilla encendida en el alma brotan por sus labios antiguas y nuevas palabras acompañadas por el gesto leve de una emoción recién estrenada, y se conmueve, como alma enamorada, contenta y feliz, y se le enreda un tallo de rosas rojas, en el mar transparente de su mirada.

Badalona, 24 de julio de 2014

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