EL INDOMABLE



El indomable,

Intento no despistarme. Quiero que mi pensamiento se concentre en las palabras pronunciadas, pero él, el indomable, cual caballo de batalla, se niega a aceptar mi voluntad y se escapa, cual Pegaso. Se desvincula de mí y vuela. Por un momento lo pierdo de visto pero enseguida lo veo sentado en una silla que no le pertenece. Me mira sagaz y la señala; se ríe descaradamente, y me dice que él, que ellos ya no están. Se equivoca, esas sillas no están vacías, todavía conservan la presencia de aquellos que las frecuentaron. Aparece doña añoranza. Lo miramos conjuntamente, y le hacemos saber que queremos que regrese a su caverna. Él se levanta convincente. Por un segundo creemos que ha aceptado nuestra propuesta pero enseguida advertimos que nos ha embaucado hábilmente, y lo vemos otra vez volar, alrededor de la mesa, haciendo muecas traviesas entre los rostros formales de los asistentes.
Desde el otro lado de mesa nos dice que todos estamos serios, que parece como si nuestras almas se hubiesen quedado atrapadas en el aburrimiento y la monotonía. Le insto a que regrese, pues ya ha terminado su tiempo de entretenimiento, pero él, líder de sus ideales, me reta y me hace saber que antes de retornar quiere pedir la palabra y decir que las nuevas tecnologías no pueden hacer que el hombre se olvide de mirar la bóveda celeste; que hemos de apreciar las cosas sencillas de la vida, aquellas que están impregnadas de belleza y de bondad; que hemos de disfrutar del contacto con la naturaleza, de saborear los momentos compartidos con las personas que queremos; que hemos de escuchar la música que nos hace bailar; que debemos pasear por los rincones de nuestra ciudad y mirar como se besan los árboles enamorados; que tenemos que ayudar a quien lo necesita; que hemos de reír más y ser más flexibles; que hemos de disfrutar con la lectura de un libro e inventar historias para compartir; que debemos jugar y pisar los charcos de la lluvia, que debemos darnos las manos y trabajar más en equipo…, en definitiva, continuar buscando ilusiones que nos permitan construir nuevos sueños.
Ya cansada de tanta verborrea me levanto de la silla, y le digo que o vine o tendré que ir a buscarlo, a él, el indomable.

Badalona, 3 de julio de 2012

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